martes, 16 de marzo de 2010

Aquello a lo que los humanos llaman celos

Capítulo 15 -Existencia sin sentido

JASPER´S POV

La había perdido… Ahora sí estaba seguro de ello: Alice se había ido y no regresaría jamás…

Sus últimas palabras aún resonaban en mi cabeza, como si ella aún estuviera conmigo en la habitación. Aquellas palabras habían sido el golpe más bajo que me hubiera podido dar.

"Alexander nunca me hubiera hecho algo así. Él sí me amaba".

Esas frases estaban grabadas en mi mente y se repetían una y otra vez, como en un disco rayado.

¿Cómo había podido ser tan tonto? ¿Cómo había dejado que mi vida dejara de tener sentido?

No podía concebir que a partir de ahora, mi existencia no tendría sentido…

Miré por la ventana: ahí estaba ella, por fuera de la casa. Alexander estaba con ella; la abrazaba y le daba consuelo. Mientras yo estaba aquí arriba sin poder hacer nada.

Los celos estaban reapareciendo después de varios meses de no sentirlos.

¡No soportaba velos juntos!

Me dolía ver cómo ella se aferraba a él en esos momentos. Me enfurecía la idea de que ellos estarían juntos de ahora en adelante.

Ante mis ojos, Alice siempre sería mía. Alexander no era más que un estorbo en el camino, a quien tenía que hacerle entender que su lugar estaba lejos de aquí.

Abrí la ventana y salté, cayendo frente a Alexander y Alice, que ya habían comenzado a caminar.

Alexander se detuvo, sonriendo maliciosamente, mientras Alice continuaba caminando sin darse cuenta de mi presencia… o tal vez sólo fingía no haber notado mi presencia.

-¿Qué pretendes ahora? –preguntó Alexander con superioridad. -¿Estás buscando otra vida para echarla a perder?

Lo miré con desprecio. ¿Él me estaba juzgando? ¡Ja! ¡De todas las personas en el mundo, era él precisamente quien me juzgaba!

¡Esta era mi gran oportunidad! ¡Tenía que enseñarle a Alexander con quién se estaba enfrentando! ¡No dejaría que él se marchara con Alice sin una batalla justa!

Intenté lanzarme contra él. Sin embargo, se movía demasiado rápido; definitivamente el internet y los libros no bromeaban cuando decían que él era una persona de cuidado.

-¡Ya basta! –exclamó Alice, quien se había detenido y miraba la pelea desde un punto lejano. -¡Deja de estar haciendo tonterías, Jasper! ¡Déjame ir!

Continué con mis ataques, pero ninguno de ellos lograba dar en el blanco, o terminaban siendo detenidos por él. Por más que lo intentara una y otra vez, el resultado seguía siendo el mismo.

Alexander sonrió con malicia nuevamente, me tomó del cuello, y me lanzó contra el árbol más cercano, el cual quedó hecho pedazos cuando mi cuerpo lo tocó.

Me levanté un poco adolorido, y continué con la pelea; no podía rendirme ahora. No iba a dejar que Alice se fuera con él… No… Jamás lo permitiría.

La pelea continuó; Alexander seguía sin atacarme, lo cual me hacía enfurecer aún más. Estaba esforzándome, dando lo mejor de mí para poder ganar esta pelea; y él ni siquiera se molestaba en atacarme. ¿Qué demonios estaba planeando?

Después de varios minutos de haber reanudado la lucha, por fin había logrado darle un puñetazo en la cara.

Él me miró con ira y se acarició el lugar en donde lo había golpeado anteriormente. Estaba furioso, naturalmente: Por fin yo había logrado golpearlo, tras varios intentos fallidos.

¡Por fin había provocado a Alexander para una verdadera batalla a muerte!

Sabía que no tenía muchas oportunidades de salir victorioso, pero eso ya no me importaba. Ya había perdido la noción de cuánto tiempo había pasado desde que la lucha empezó. Sin embargo, él me estaba dando la paliza de mi vida.

-¡Ya basta, Alexander! –exclamó Alice de repente. -¡Es hora de irnos! ¡Por favor! ¡Deja todo como esta!

Alexander se detuvo de inmediato y comenzó a caminar hacia donde ella se encontraba, no sin antes soltar una carcajada mientras me miraba con una mueca burlona.

Los miré marcharse. Ya no podía levantarme: Mi cuerpo estaba completamente adolorido después de aquella pelea.

Me quedé ahí, tirado en el suelo viéndolos desaparecer entre los árboles; recordando todos los momentos felices que Alice y yo habíamos compartido… definitivamente eran muchos. Ella había marcado una diferencia importante en mi vida desde que apareció en ella.

Ahora que Alice no estaba a mi lado ya nada tendría sentido; mi existencia había perdido todo sentido… Yo nunca sería algo sin ella.

Tenía que hacerla regresar… pero, ¿cómo?

EMMETT´S POV

Me senté en uno de los sillones de la sala, con mi cara entre mis manos.

¡Todavía no podía creer que Alice se hubiera ido!

La casa no sería la misma sin ella; estaba seguro de que con ella lejos de aquí, este lugar sería blanco fácil para el silencio y el sufrimiento. Después de todo, la pequeña Alice siempre había sido como una gran luz de alegría y esperanza en nuestro camino.

Rosalie se sentó a mi lado, y apartó mis manos de mi rostro. Ella tenía la cara llena de lágrimas; se apoyó contra mi pecho, y ahí lloró con más fuerza.

La abracé fuertemente y la dejé llorar. De vez en cuando acariciaba su cabello y le daba pequeños besos en su frente para darle consuelo.

Continuó llorando por unos minutos más. Después, dejó que yo secara las pocas lágrimas que quedaban en sus mejillas con mis dedos. Finalmente, sonrió y me dio un pequeño beso en los labios.

Por primera vez en mi vida, debía hablar seriamente con alguien… esa persona que había hecho que la menor de mi familia se fuera de casa y, lo más importante de todo, lo que más me enfurecía: ¡Había hecho llorar a Rose!

Me levanté del sofá y comencé a caminar hacia las escaleras…

-¿Qué vas a hacer? –preguntó Rosalie con un gesto de reprobación. -¡Que ni se te ocurra ir a buscar a Jasper! Ya Alice se hizo cargo de él.

-Iré por un nuevo disfraz –respondí sonriendo con un poco de malicia… ya tenía un nuevo plan bajo la manga.

Me disfracé lo más rápido que pude, y al instante ya me encontraba abajo, en la sala, mostrándoles mi nuevo disfraz.

En la sala de la casa hubo una carcajada general al verme entrar con mi disfraz.

"Al menos los hice reír" pensé mientras daba vueltas sobre mí mismo para que todos pudieran verme.

Rose no me había dejado ir a decirle a Jasper sus verdades en la cara, pero nunca dijo que no me pudiera disfrazar de Alice para hacerlo… creo.

Me dirigí a las escaleras caminando con la gracia que caracterizaba a mi hermana, imitando cada paso y cada pose que hacia.

-Tengo asuntos importantes que resolver ahí arriba –les dije, fingiendo mi voz para que se pareciera lo más posible a la de Alice. –Por favor, no molesten hasta nuevo aviso.

Otra carcajada general se produjo en el piso de abajo, seguramente como reacción a mi representación casi exacta con el papel de mi hermana.

Me encontraba frente a la puerta de la habitación de Jasper y Alice. Tenía pensada cada una de las palabras que iba a decirle; tan sólo tenía que tomar una decisión importante: ¿Tiraba la puerta abajo o la tocaba como cualquier persona civilizada lo haría?

ALICE´S POV

No habíamos hecho planes por ahora de ir a algún lugar en especial. Tan sólo caminábamos sin rumbo alguno.

La noche casi llegaba, y aún no teníamos un lugar en donde quedarnos a pasar la noche. Si nos quedábamos ahí afuera, de seguro sospecharían algo: Era extraño que una chica de "mi edad" no estuviera dormida a cierta hora de la noche.

-Busquemos una posada –propuse cuando me pareció lo suficientemente tarde como para continuar caminando. –Ya es muy tarde…

Me miró como si estuviera loca, pero aún así obedeció y se detuvo en la primera posada por la que pasamos y pidió dos habitaciones.

-Prometo esperar hasta que quieras marcharte… cuando quieras hablar, búscame –dijo con una expresión inescrutable, mientras me entregaba las llaves de mi cuarto. –Mi habitación es la número cuarenta y cinco.

Se despidió haciendo una seña con la mano, y desapareció.

(…)

Me pasé toda una semana encerrada en mi cuarto, tirada en la cama recordando todas las cosas que había vivido con Jasper. Había dado lo mejor de mí en esa relación: había sido paciente; había dejado que fuera él el primero que dijera lo que sentía y cuando por fin lo hizo… llegó María.

No podía evitar que las lágrimas salieran de mis ojos todos los días, a todas horas. Extrañaba mi casa, mi familia… y, aunque no debería, también extrañaba a Jasper.

Alexander no había aparecido por mi habitación una sola vez, tal vez porque no quería molestarme, sabiendo que no estaría de humor para una visita… o tal vez porque mi sufrimiento lo estaba haciendo sufrir a él también. Después de todo, él me quería de verdad, y no creo que le gustaría verme sufrir.

Aquellos pensamientos me hicieron sentir egoísta: sólo estaba pensando en mí. Me había olvidado de que había otra persona conmigo, esperando pacientemente que yo lo buscara. Sin embargo, me había sumido tanto en mis pensamientos que había perdido la noción del tiempo.

Bueno… yo le había advertido que las cosas podían llegar a ser de esta manera, pero aún así sentía lástima por él. Él había esperado tantos años para poder encontrarme, y ahora que por fin había obtenido lo que quería, era yo la que se negaba a salir de aquella habitación.

Por fin había tomado la decisión: iría a buscar a Alexander. Él no merecía tanta indiferencia de mi parte. No había hecho nada malo; sólo estaba intentando hacerme sentir mejor.

Me senté en el borde de la cama, saqué de mi maleta ropa nueva y me fui a tomar una ducha. Tal vez eso me podía ayudar a pensar mejor las cosas.

Después de haber tomado mi muy merecida ducha, me vestí rápidamente y cepillé mi cabello incontables veces. Me maquillé un poco y me preparé para salir de la habitación.

Antes de que me pusiera en marcha para salir por fin la puerta sonó.

Me apresuré a abrir. No esperaba la visita de nadie. A lo mejor eran las muchachas de servicio, las cuales me habían hartado durante toda esta semana porque no las dejaba pasar a limpiar el cuarto…

Sin embargo, al abrir la puerta pude ver que era Alexander quien estaba esperando frente a la puerta. Me miraba con preocupación, pero al ver que ya me encontraba mejor, una pequeña sonrisa apareció en su rostro.

No sabía por qué estaba ahí, pero eso me hizo sentir feliz… Tal vez más de lo que debería…

ALEXANDER´S POV

Estaba sumamente aburrido. Sabía que debía darle tiempo a Alice para que se sintiera mejor, pero llevaba casi una semana encerrada en su habitación sin hacer nada, tan sólo llorando y sufriendo por una persona que no valía nada.

El paso de los días empeoraban mi humor. Salía ocasionalmente de mi cuarto para cazar uno que otro humano cuando me sentía hambriento; sin embargo, eso no calmaba mi frustración ni el recelo que sentía en esos momentos.

¿Qué era lo que debía hacer? ¿Acaso estaba esperando a que fuera a buscarla, o que la visitara para ver como estaba?

No, claro que no. Ella esperaría nada de eso de mi parte, ni siquiera se había acostumbrado a mi presencia, pero entonces, ¿qué era lo que quería?

No sabía qué era lo que ella quería de mí, pero de todas maneras, si ella no venía a buscarme en una semana, yo iría a buscarla para sacarla de su encierro.

Realmente estaba muy preocupado por ella, no quería que se sintiera como yo me sentí una vez, cuando ella me abandonó. No me gustaba saber lo deprimida y triste que estaría. Me preocupaba que no quisiera volver a salir de ese oscuro cuarto en el que la había dejado la última noche que la vi.

Me la imaginaba ahí, tirada en la cama llorando, sintiendo cómo la soledad desgarraba cada parte de su cuerpo y tanto sufrimiento se llevaba consigo su alma entera.

Mi mente no soportaba esa idea, con sólo pensarlo, un enorme dolor me invadió. Si ella no era feliz, lo más probable era que yo tampoco lo sería.

Deseaba mostrarle un nuevo mundo, en donde la tristeza, las dudas y las penas no existían. Pero no podía mostrárselo hasta que ella lo hubiera olvidado a él.

Una semana… sólo debía esperar unos pocos días más para volver a verla, para sacarla de aquella burbuja de desesperación en la que estaba encerrada.

(…)

Los días habían pasado de manera muy lenta pero finalmente, la semana se había terminado, y como ella no me había buscado, era mi turno como amigo de ir a ver como se encontraba.

Me di una ducha, me vestí, me cepillé una vez el cabello, lo más rápido que pude, y salí de mi habitación con dirección a la suya.

Estaba inseguro. No sabía qué tal estaría, pero ya no podía esperar más. Tenía que verla; tenía que saber como estaba.

Me detuve frente a la puerta, golpeé una vez y esperé a que ella abriera.

Cuando ella abrió la miré preocupado durante unos instantes, pero una gran satisfacción recorrió mi cuerpo al ver que ya estaba mejor. No pude ocultar una pequeña sonrisa. Me alegraba que ya estuviera mejor.

-Iba a ir a buscarte –se disculpó apenada. –Discúlpame, he sido descortés esta semana…

-Comprendo… -dije afirmando con la cabeza. –Oye… ¿te gustaría salir?

-Claro –respondió con una enorme sonrisa. –Hay muchas cosas que comprar, como ropa nueva, accesorios nuevos y demás… No creas que te dejaré ir por la calle utilizando la misma ropa una y otra vez.

La miré un poco confundido, ¿qué importaba la ropa? Después de todo se lava y se puede volver a utilizar…

-¿Qué tiene de malo utilizar la misma ropa?

-¡Que pasa de moda! –contestó como si fuera obvia la respuesta. –En este momento tú andas en harapos.

-Agradezco tu sinceridad, pero creo que lo mejor es que comas algo primero… hay varios humanos por acá. Creo que no habrá ningún problema –dije, encogiéndome de hombros. –Supongo que debes tener hambre…

-Iré de cacería al bosque –afirmó. –Yo no me alimento de sangre humana… Soy vegetariana, en algún sentido de la palabra… pero no creo que pueda llegar… muero de hambre.

-Ven… -le dije, mientras me abría una pequeña herida en la muñeca derecha. –Bebe, es mejor que la sangre de animales, pero peor que la sangre humana. Te sentirás más fuerte, y podrás llegar al bosque sin problemas.

-Pero… mi veneno… -comenzó a decir. -¿Estás seguro?

-Sí, estoy seguro, apresúrate antes de que la herida se cierre –le indiqué. –No te preocupes por mí… bebe; quiero que te sientas mejor, por favor hazlo.

Me observó con inseguridad, mientras se acercaba. Tomó mi mano y empezó a beber mi sangre.

-Muchas gracias, ya me siento mucho mejor –murmuró cuando se separó finalmente de mi muñeca. –Vamos al bosque. Tú también debes alimentarte.

-Yo… bebo sangre humana, Alice –confesé. –No me gusta la sangre de animales, no me satisface. Sin embargo, lo intentaré.

Después de unos cuantos días de cacería en el bosque, nos dirigimos al centro comercial para comparar las cosas que ella quería. Me hizo medirme cientos y cientos de pantalones y camisas… ¡Casi compró todo lo que había en todas las tiendas!

-Creo que con esto estaremos bien por un mes –mencionó alegremente. -¡Vaya, ahora sí te vez bien!

-¿Por un mes? –pregunté sin poder creer lo que escuchaba. –Esto alcanzará para por lo menos tres años o más.

-¡Dime que estás bromeando! –dijo fingiendo que pronto sufriría un desmayo. –¡Ya te dije que no te dejaré utilizar la misma ropa más de una vez!

Era mejor dejar que por esta vez ella ganara. Una discusión era lo que menos necesitábamos.

-¿Qué te gustaría hacer a partir de ahora? –interrogué. -¿Tienes algún plan en mente?

-Nunca había estado fuera de casa… –replicó pensativamente. –…así que no tengo nada en mente. ¿Qué me dices de ti?

Una sonrisa pícara se dibujó en mis labios. Ya tenía el plan perfecto para nosotros.

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